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miércoles, 3 de enero de 2024

UN VISTAZO A LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

La inteligencia emocional es la cualidad que nos permite afrontar con paciencia, perspicacia e imaginación los muchos problemas que enfrentamos en nuestra relación afectiva con nosotros mismos y con los demás.

La definición puede sonar extraña. Estamos acostumbrados a referirnos a la inteligencia como una calidad general, sin elegir particularidades que una persona podría poseer y, por lo tanto, no tendemos a acentuar el valor de un distintivo tipo de inteligencia que actualmente no disfruta el prestigio que debería.

Cada tipo de inteligencia indica una capacidad para navegar bien alrededor de un conjunto particular de retos: matemáticos, lingüísticos, técnicos, de ingeniería y otros. Cuando decimos que alguien es inteligente, pero añadimos que ellos han hecho un lío de su vida personal; o que han adquirido una fortuna, pero están inquietos y tristes; o que son muy reconocidos pero intolerantes y sin imaginación, estamos apuntando a un déficit en lo que merece ser llamado inteligencia emocional.

En la vida social, podemos sentir la presencia de la Inteligencia Emocional en una sensibilidad a los estados de ánimo de los demás y en la disposición a captar las cosas sorprendentes que pueden estar pasando para ellos en su interior.

La Inteligencia Emocional reconoce un papel para la interpretación y sabe que un “estallido” repentino podría estar disfrazando una petición de ayuda, que una discusión política puede ser provocada por el hambre y aquello oculto dentro de una persona puede ser un dolor porque ha sido repudiado sentimentalmente.

En relación con nosotros mismos, la inteligencia emocional aparece en un escepticismo en torno a nuestras emociones, especialmente las de amor, el deseo, la ira, la envidia, la ansiedad y la ambición profesional.

El Emocionalmente Inteligente se niega a confiar en sus primeros impulsos o la sabiduría de sus sentimientos. Ellos saben que el odio puede enmascarar el amor, que la ira puede ser una cubierta para la tristeza y que somos propensos a imprecisiones enormes y costosas en los que deseamos y lo que buscamos.

Con relación a lo anterior el reconocido sicólogo Daniel Goleman ha escrito extensamente sobre inteligencia emocional y ha abordado la importancia de la autorregulación emocional y la capacidad para gestionar los impulsos y sentimientos de manera efectiva.

La inteligencia emocional es también lo que distingue a los que están aplastados por el fracaso de los que saben cómo saludar a los problemas, la existencia con una melancolía y, a veces, con un humor singular y resistencia.

Los Emocionalmente Inteligentes aprecian el papel del pesimismo bien manejado dentro de la economía global de una buena vida. La Inteligencia Emocional no es un talento innato. Es el resultado de la educación, específicamente en la forma de interpretarnos a nosotros mismos, dónde surgen nuestras emociones, cómo influyen en nosotros y cómo podríamos manejar mejor nuestros miedos y deseos.

En la utopía, sería rutinario que nos enseñen Inteligencia Emocional desde la edad más joven, antes de haber tenido la oportunidad de cometer demasiados errores. Pero, hasta ahora, no hemos tenido Educación Emocional lo suficientemente en serio, porque nuestra especie ha crecido cada vez más técnicamente hábil, manteniendo el nivel de la sabiduría e inteligencia tradicionales, pero con resultados catastróficos en el manejo de nuestras emociones.

Somos “monos” evolucionados con armas nucleares y tecnología avanzada. Pero parece ser que el destino de la civilización ahora depende de nuestra capacidad de dominar los mecanismos de Inteligencia Emocional antes de que sea demasiado tarde.

La Educación Emocional se extiende mucho más allá de estudios formales en este campo como hemos concebido hasta la fecha. A pesar de que idealmente se deberían incluir cursos especializados en todos los años desde la escuela hasta la universidad, La Educación Emocional es más que lo que tiene lugar en aulas de manos de los maestros y que se detiene en determinado momento de nuestra carrera.

El vehículo central para la transferencia de Inteligencia Emocional es la cultura, desde su punto más alto a su nivel más popular. La cultura es el campo que puede ritualizar y consistentemente promover la absorción de la sabiduría.

Las lecciones de la cultura podrían verse reflejadas en una tragedia, una serie de televisión, una canción pop, una novela, una obra de la arquitectura o una película de YouTube. Podemos prever todo el aparato de la cultura como un sutil mecanismo diseñado para apuntar hacia una mayor inteligencia emocional.

Nunca vamos a progresar como especie y convertirnos en lo que deberíamos ser, a la par de nuestra formación cada vez más tecnológica, hasta que hayamos aceptado los desafíos y oportunidades de educarnos adecuadamente a nosotros mismos en la inteligencia emocional.

Nuestra Inteligencia Técnica es grande, por supuesto. Nos ha llevado a dominar la naturaleza y conquistar este planeta. Sin embargo, un sabio y más sano futuro de la humanidad debe depender de una capacidad de dominar y luego enseñar seductoramente los rudimentos de la inteligencia Emocional mientras que todavía estamos a tiempo.

lunes, 1 de enero de 2024

ENFOQUE Y ACCIÓN: UNA FÓRMULA INFALIBLE PARA EL ÉXITO

En el camino hacia el éxito, con frecuencia nos encontramos con dos elementos esenciales que actúan como los pilares fundamentales: el enfoque y la acción. Así, podemos afirmar que "Enfoque y Acción van de la mano", esta afirmación indica de manera precisa la relación inseparable entre estos dos componentes clave que impulsan nuestros logros y metas.

¿Cuál es la importancia del Enfoque? Imaginemos el enfoque como un faro que ilumina nuestro camino en medio de la oscuridad. Sin él, nos perderíamos en un mar de distracciones y desviaciones. El enfoque no es simplemente mirar en una dirección, sino dirigir toda nuestra atención y energía hacia un objetivo específico. Es la capacidad de discernir entre lo importante y lo accesorio; lo que obligatoriamente, nos lleva a la “La Necesidad de la Acción”. Tener un enfoque claro no garantiza el éxito por sí solo. La acción es el siguiente paso crucial que transforma las ideas y los planes en realidad tangible. Puedes tener la visión más clara del mundo, pero si no tomas medidas, esa visión seguirá siendo un sueño. La acción es el catalizador que convierte nuestras aspiraciones en logros concretos.

En la Sincronización Perfecta de estos dos conceptos es donde se produce la magia. ¿De qué sirve tener un enfoque agudo si no se traduce en acciones concretas? Del mismo modo, ¿cómo puede la acción tener un impacto significativo si no está respaldada por un enfoque claro y definido? La fórmula para el éxito radica en encontrar el equilibrio adecuado entre estos dos elementos. Tener un enfoque sin acción puede llevar a la parálisis por análisis, mientras que la acción sin un enfoque definido puede resultar en esfuerzos dispersos y poco efectivos.

Cómo Aplicar esa Fórmula en la Vida Diaria

Definir Objetivos Claros. Antes de comenzar cualquier acción, es crucial tener un enfoque claro mediante la definición de objetivos específicos y alcanzables.

Planificación Estratégica. Desarrollar un plan de acción detallado es el siguiente paso. Esto implica identificar los pasos necesarios para alcanzar esos objetivos y asignar recursos de manera eficiente.

Ejecución Consistente. La ejecución coherente de las acciones planificadas es donde el enfoque y la acción se encuentran. Mantener la disciplina y la consistencia a lo largo del tiempo es clave para el éxito sostenible.

Ajuste Continuo. El proceso de enfoque y acción no es estático. Se requiere una evaluación regular para ajustar el enfoque según sea necesario y optimizar las acciones para un rendimiento máximo.

En la travesía hacia el logro y la realización personal, recordemos siempre que el enfoque y la acción son aliados inseparables. El enfoque proporciona la dirección, mientras que la acción impulsa el movimiento hacia adelante. Es la combinación de estos dos elementos lo que desbloquea el potencial y nos lleva a nuevos horizontes de éxito. Tener un enfoque claro y tomar medidas en los aspectos enlistados, son las claves para transformar nuestras aspiraciones en logros tangibles. Adoptemos la mentalidad de que, al igual que las ruedas de un engranaje, el enfoque y la acción trabajan armoniosamente para impulsarnos hacia nuestras metas. Es así como avanzamos con determinación y confianza por el camino hacia el éxito personal y profesional.

Observe cómo, el concepto de enfoque y acción se fortalecen mutuamente. Imagina que decides que necesitas aumentar las ventas, o cualquier que sea tu meta. Planificas los pasos y utilizas eso para establecer tu enfoque. Luego, al ejecutar el plan mediante la toma de acciones, descubrirás si tu enfoque fue acertado. O bien, aprenderás que por alguna razón no funcionó y que necesitas considerar planes alternativos.

Esta interrelación es esencial en el logro de objetivos. No solo te enfocas en tus metas, sino que también tomas medidas específicas para alcanzarlas. Sin acción, el enfoque se vuelve estéril; es como tener un mapa detallado, pero quedarse quieto en el mismo lugar. La acción da vida al enfoque, proporcionando el movimiento necesario hacia tus metas.

También, el enfoque te da dirección y claridad en tus esfuerzos. Es como establecer el destino en tu GPS interno. Sin embargo, solo establecer la dirección no te lleva a tu destino. Necesitas conducir, tomar caminos específicos y superar obstáculos en el camino. Aquí es donde la acción entra en juego. La acción es el vehículo que te lleva de manera activa hacia tus metas, convirtiendo tus planes en realidad.

Un ejemplo claro de esta sinergia es cuando defines un objetivo específico, como aumentar las ventas, u obtener un grado académico o formarte en algún campo. Tu enfoque se centra en estrategias de marketing, mejora de productos o servicios, y la identificación de oportunidades en el mercado. Pero hasta que ejecutas esas estrategias, no sabrás realmente si funcionarán. La acción te proporciona datos del mundo real y experiencias prácticas que informan y ajustan tu enfoque.

Además, la acción constante te permite adaptarte a cambios en el entorno o descubrir nuevas oportunidades. Si tus acciones iniciales no generan los resultados deseados, puedes ajustar tu enfoque y probar nuevas tácticas. La adaptabilidad es clave en cualquier camino hacia el éxito, y la acción continuada te brinda la flexibilidad para ajustar tu curso según sea necesario.

Sin discusión alguna, el enfoque y la acción son socios inseparables en el viaje hacia el logro de metas. El enfoque establece la dirección y la visión, mientras que la acción impulsa el movimiento y la realización. Al integrar estos dos elementos, no solo te acercas a tus objetivos, sino que también te vuelves más ágil y capaz de adaptarte a los cambios en el camino. La sinergia entre el enfoque y la acción no solo impulsa el progreso, sino que también crea un ciclo constante de aprendizaje y mejora.